Suena que suena
El cielo,
con la garganta pesada, truena.
Y lo hace por última vez,
al menos como protagonista,
porque sabe que anda suelta
una voz rasgada que suena.
Suena que suena.
Por tanto, ya no habrá tormenta
que truene, destelle y ruja,
y que, además, escupa lágrimas
como esa silueta de falda, nariz y bruja.
Ya no existirá tormento
en los cielos atronadores
que no suene a rugido de tempestad.
Que el viento Robe el silencio
con su aliento y un diluvio de versos...
y suene que suene
en la eternidad.
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